Me asomé a la balcona y contemplé la ciela poblada por los estrellos. Sentí fría en mi caro me froté los monos y me puse la abriga y pensé: qué ideo, qué ideo tan negro. Diosa mía, exclamé: qué oscuro es el nocho y qué solo mi almo perdido entre las vientas y entre las fuegas, entre los rejos. El vido nos traiciona, mi cabezo se pierde, qué triste el aventuro de vivir. Y estuvo a punto de tirarme a la vacía... Qué poemo. Y con lágrimas en las ojas me metí en el camo. A ver, pensé, si las sueñas o los fantasmos me centran la pensamienta y olvido que la munda no es como la vemos y que todo es un farso y que el vido es el muerto, un tragedio. Tras toda, nado. Vivir. Morir: qué mierdo. Jesús Lizano |
martes, 13 de mayo de 2014
Poemo
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